Se pretende responder la siguiente pregunta: ¿Qué tiene que ver la evaluación del aprendizaje con el desarrollo, cultura y educación?
El tema del desarrollo humano tiene muchas acepciones conceptuales. Seguramente estas apreciaciones que se tienen sobre el desarrollo dependerán de la ideología e intereses de quien construya el concepto. Ningún conocimiento es completamente neutro; siempre habrá motivaciones e intenciones detrás de toda construcción humana.
Con base en lo anterior, debemos tener en cuenta que en el concepto de desarrollo humano existen otras implicaciones, como las necesidades de subsistencia: salud, trabajo, alimentación, vivienda y educación, dejando a un lado una serie de requerimientos existenciales y axiológicos, como la cultura, la economía, el medio ambiente, la tecnología y la ciencia.
Se podría decir que la definición de desarrollo se desenvuelve a través de dos grandes concepciones o paradigmas:
El primero considera el desarrollo como un proceso de crecimiento económico, que conlleva al mejoramiento de la calidad de vida.
El segundo proyecta el desarrollo no en el sentido de la producción, sino en la consideración de las necesidades y carencias del ser humano. Es decir, concibe al ser humano como el fin del desarrollo, en su dimensión de ser material y ser trascendente, el cual por su condición existencial emerge a través de sus necesidades de existencia, de pertenencia y de espiritualidad. Es decir, el desarrollo se entiende como la búsqueda progresiva de la satisfacción permanente de todas estas necesidades y carencias.
Cada una de estas concepciones del desarrollo, generan diferentes formas de asumir el asunto de la educación y, por ende, las apreciaciones sobre aprendizaje y evaluación del mismo. En este sentido vale la pena traer la siguiente consideración: ¿De qué manera se asume la educación, dependiendo de la concepción que se tenga del desarrollo? Esta pregunta genera una amplia gama de discusiones y tiene fuertes incidencias sobre todo en los direccionamientos de política educativa; por tanto modela profundamente todos los aspectos de la gestión académica y pedagógica de la educación.
La misma, entonces, sugiere una fuerte reflexión en torno a lo que tiene que ver la educación con el proceso de desarrollo humano y cultura, en el sentido de poder establecer cuál es el significado de la misma.
En torno a lo anterior emerge una fuerte crítica al modelo de desarrollo vigente en nuestro país y las implicaciones que este modelo tienen sobre todo el sistema educativo. Un modelo que concibe el desarrollo como crecimiento económico tomando a la educación como un instrumento que posibilita tal desarrollo; es decir, la educación entra a servir a los intereses del modelo productivo y económico imperante, por tanto, a los grupos hegemónicos de la sociedad. En ese sentido, esos intereses se construyen desde múltiples facetas. De esas, dos son de vital importancia:
1. La educación sirve para garantizar la formación del capital humano que el modelo de desarrollo requiere para su funcionamiento, reproducción, existencia y propósitos establecidos.
2. La educación garantiza la reproducción de los esquemas de jerarquización social del poder.
Desde lo anterior, el SUJETO HUMANO no es considerado el fin del proceso de desarrollo; no es al sujeto al cual van dirigidos los propósitos del desarrollo, sino un instrumento más del mismo.
En ese escenario emerge el concepto de competencias: “Así como la educación constituye un lugar estratégico para la política social, la evaluación (masiva o muestra) se erige como el principal mecanismo para evaluar la política educativa (en el mismo sentido se realizan las “investigaciones” sobre factores asociados)…
Los intereses que subyacen a las políticas sociales y educativas podemos observarlos en lo expuesto por Coraggio: “El sentido objetivo de las nuevas políticas sociales (del Banco Mundial), más allá de las verdaderas intenciones o de su marketing, puede interpretarse de tres formas principales:
a. Las políticas sociales están dirigidas a continuar el proceso de desarrollo humano que se dio a pesar del fallido proceso de industrialización y desarrollo económico.
b. Las políticas sociales – ya sea por razones de equidad o de cálculo político- están dirigidos a compensar coyunturalmente los efectos de la revolución tecnológica y económica que caracteriza a la globalización. Inicialmente pensados para los afectados por la transición, ahora se focalizan en los más pobres.
c. Las políticas sociales, antes que para continuar o compensar, están pensadas para instrumentar la política económica. Su principal objetivo es reestructurar el gobierno descentralizándolo, dejando en mano de la competitiva sociedad civil la asignación de recursos, sin mediación estatal”.4
En la lógica de lo anterior, es que se enmarca la concepción de la evaluación. ¿A que criterio de desarrollo corresponde las maneras como políticamente se orienta la evaluación en nuestro medio?
Si el concepto de desarrollo imperante es que lo asume como crecimiento, la evaluación tiene un carácter eminentemente instrumental; es decir, lo que se trata es medir el desempeño de los sujetos, de tal manera que se permita una jerarquización de los mismos, realizando un selección social de los más capaces y más idóneos, en relación con los intereses y necesidades del modelo de desarrollo. La evaluación, entonces, se convierte en un mecanismo de exclusión social, que legitimiza las estructuras de exclusión y jerarquización de la sociedad.
A esta manera de mirar la educación, el desarrollo y en torno a ella la evaluación, cabría hacerle un sinnúmero de cuestionamientos y preguntas. En especial, valdría la pena preguntarse si lo humano de lo humano no tiene que ver con el desarrollo propio de las capacidades del sujeto en torno a su contexto histórico, social y personal, en razón a que este, como sujeto, existe sólo en sus relaciones intersubjetivas.
El sujeto se hace tal como ser histórico social, y en esa realidad es que emerge en sus dimensiones bio-Sico-socio-ecológicas. Luego entonces, si lo que se evalúa es al sujeto, la evaluación no se puede dar en condiciones de objetividad; es decir, esta no puede corresponder a la lógica cartesiana donde se separan los objetos de conocimiento del sujeto que conoce, porque el proceso de aprendizaje es social, y se hace socialmente, a través de relaciones intersubjetivas entre el docente y el estudiante. Por tanto, si el proceso de enseñar, aprender y evaluar, son históricos, sociales y culturales, es en relación de las relaciones que emergen que se debe realizar la evaluación.
Este concepto de evaluación tiene más que ver con una apreciación del sujeto consumidor, sujeto competitivo. Es decir, un ser humano objetivizado e instrumentado, que corresponde al concepto economicista del desarrollo. Un concepto de evaluación así no corresponde a un desarrollo de un proceso de formación que pretenda la emergencia potente de lo humano.
La propuesta debe establecerse en una transformación de la manera como se concibe el desarrollo. En ese sentido, la propuesta del desarrollo a escala humana es una alternativa que permite considerar la educación y la formación en el entorno de las necesidades del ser humano.
Aquí es necesario también a ser referencia al “desarrollo humano”5, al considerar que el mejor proceso de desarrollo, es aquel que permite la calidad de vida de los seres humanos acordes con las posibilidades que éstos tengan que satisfacer sus necesidades fundamentales como: subsistencia, protección, afecto, entendimiento, participación, ocio, creación, libertad e identidad. Para lograrlo cada sociedad provee las satisfacciones sinérgicos entre los cuales se destaca la EDUCACIÓN.
GARCIA DE RUIZ SONIA. “Evolución del concepto de evaluación”, tomado de su libro: “La Evaluación”. Edit. Libros Libres Santafé de Bogotá, 1996.
CERDA GUTIÉRREZ, H. “La evaluación como juicio de valor”, tomado de su libro: “La Evaluación como experiencia total”. Edit. Magisterio, Santafé de Bogotá, 2000.
CERDA GUTIERREZ, H. “La evaluación como experiencia total”, tomado de su libro:”La Evaluación como experiencia total”. Edit. Magisterio, Santafé de Bogotá, 2000.
ESTÉVEZ S. CAYETANO. “Qué significa evaluar”, tomado de su libro: “Evaluación integral por procesos”. Edit. Magisterio, Santafé de Bogotá, 1997.
ESTÉVEZ S. CAYETANO. “Hacia una evaluación integral”, tomado de su libro: ”Evaluación integral por procesos”. Edit. Magisterio, Santafé de Bogotá, 1997.
BUSTAMANTE Z. GUILLERMO. “¿Es posible evaluar objetivamente?”, tomado de su libro:”Evaluación escolar,¿ resultados, o procesos?”Edit. Magisterio, Santafé de Bogotá, 1998.
SAMUELS, S. “Fundamentos teóricos de la evaluación”, tomado de Páginas del CIEDU, págs. 49-67.
SUÁREZ R. PEDRO-LATORRE B. HELENA.”Cuestionamientos a la evaluación escolar”, tomado de su libro: “La evaluación escolar sociocrítica como mediación” Edit. ORION
Pbro. Nolasco Tamayo